Fue la sensación de la temporada invernal de rallyes de 1963/64: un David rojo y diminuto con techo blanco dejó atrás a todos los Goliat dotados de potentes propulsores y ocupó el primer puesto en la clasificación general del rallye Montecarlo. Así, un pequeño coche se transformaba en leyenda de la noche a la mañana. Originalmente fue concebido como vehículo económico, con bajo consumo de combustible, pero la versión Cooper resultó ser un brioso coche que con ese éxito se transformó en el coche deportivo utilitario. Siempre que participaba un Mini, ya sea en su versión normal, Cooper o como coche preparado, la sorpresa era casi segura. Conmocionó el mundo de los rallyes y también hizo de las suyas en más de un circuito, desesperando a los pilotos de coches más potentes y acostumbrados a ganar. La década de los años sesenta fue el decenio del Mini, mucho más allá de las competiciones oficiales. Incluso cuando el Mini empezó a perder la hegemonía en los circuitos cerrados, ningún otro coche de venta en el mercado ofrecía más deportividad, permitía disfrutar más en tan poco espacio y por tan poco dinero
Mini ganador del Rallye de Montecarlo de 1964
El rallye promete ser muy interesante. Lo que ya se venía insinuando los años anteriores, resulta evidente el 17 de enero de 1964: la era de los amateurs ha llegado a su fin, en el rallye Monte Carlo participan cada vez más escuderías oficiales. Los grupos que parten simultáneamente en Minsk, Glasgow, París, Francfort, Atenas, Varsovia, Lisboa y Monte Carlo incluyen de todo: el potentísimo Ford Falcon, al mando de Greder/Delalande y de Schlesser/Leguezec, se enfrenta a los también poderosos Mercedes-Benz 300 SE con Bhringer/Kaiser y Glemser/Braungart. Pero también la pareja Trana/Lindstrom, al mando de un redondeado Volvo tipo 544 cree poder ganar la carrera, idea que comparten también Toivonen/Jarvi al volante de un Volkswagen 1500. Citroën está presente con cuatro DS 19, pero otra marca participa con un grupo incluso más numeroso: BMC inscribe seis rápidos Mini oficiales y otros 24 pilotos privados también participan con este modelo. Los pilotos Patrick Hopkirk y Henry Liddon y los integrantes de otro equipo Mini parten juntos en Minsk, mientras que Rauno Aaltonen y Tony Ambrose parten en Oslo rumbo al sur de Francia. Los otros tres Mini, uno de ellos pilotado por Timo Mákinen, acompañado de su copiloto Patrick Vanson, emprenden la carrera desde París, con la mira puesta en la primera meta parcial en Reims.
Nuevo, más potente y más rápido: el Mini Cooper S. Y precisamente esa repartición de la flota de Mini promete suspense en la carrera. Aaltonen y Hopkirk, con sus apasionantes derrapajes, llegaron primero y segundo en su categoría en la edición del año pasado y el finlandés incluso consiguió llegar tercero en la general. Y este año participan con un coche nuevo, más potente.
El coche que habían utilizado el año anterior fue un Mini de serie con 56 CV y 997 cc, con una velocidad punta de apenas 140 km/h. Este año están al mando de los nuevos Cooper S, que con una cilindrada de 1.071 cc tienen una potencia de 70 CV. Su competitividad no solamente aumenta por una velocidad punta mayor de ahora 160 km/h, sino también su capacidad de aceleración de 0 a 100 km/h en 13 segundos es superior en comparación con los 19 segundos que necesitaban los coches del año anterior.
Y, efectivamente, el rallye empieza esperanzador para los pilotos al mando de este pequeño coche con su habitáculo asombrosamente espacioso. En el tramo de 4.000 kilómetros hasta Reims, los coches del grupo consiguen avanzar a una velocidad promedio de 50 km/h y sólo 277 coches llegan a la meta. Pero llegaron todos los Mini oficiales.
En la ciudad francesa, los oficiales anotan las matrículas de tres Mini rojos con techo blanco, que luego se transformarían en leyenda: 33 EJB del coche pilotado por Paddy Hopkirk, LBL 6D de Rauno Aaltonen y AJB 44B pilotado por Timo Makinen.
Comienzo esperanzador: segundo puesto para Paddy Hopkirk. La primera etapa conjunta del rallye tiene 597 kilómetros y concluye en St. Claude. Tras la prueba especial de 23 kilómetros al principio de la etapa, entre Saint Didier y Mont Main, los Ford Falcon parecen confirmar su papel de favoritos con sus impresionantes propulsores de ocho cilindros y 4.700 cc. Bo Ljungfeldt consiguió colocar su bólido en el primer puesto, aunque seguido de cerca por Patrick "Paddy" Hopkirk al mando de un Mini Cooper S. Sólo los separan 16 segundos. Eugen Böhringer, piloto del Mercedes 300, ocupa el tercer lugar, mientras que Trana en su Volvo 544 llega a la meta en cuarto lugar. Y en el quinto, nuevamente un Mini Cooper, pilotado por Timo Mákinen.
Guardando oportunidades con fierro a fondo. Pero las perspectivas de mantener estos puestos no son buenas; el Mini es muy ágil, pero su velocidad punta es modesta. La etapa entre La Madelaine y Pelle Autiers en Gap es un tramo de 46 kilómetros a todo gas. Y, el resultado de la clasificación así lo confirma: Ljungfeldt en su rápido Ford sigue en la punta, y el segundo puesto lo ocupa Trana que castigó sin piedad a su Volvo. Pero los Mini Cooper se defienden sorprendentemente bien: Paddy Hopkirk pierde un solo puesto en la general ocupando el tercer puesto en el tramo, mientras que Böhringer, piloto del Mercedes, se tiene que contentar con el cuarto puesto. Timo Mákinen puede defender su quinto puesto.
La decisión en la "noche de los cuchillos largos". Las escuderías recurren a todo lo que tienen a su disposición con el fin de estar preparados para la etapa decisiva y, a la vez, más exigente. Espías salen a reconocer la pista lo más tarde posible, poco antes de la partida, para advertir a los pilotos de zonas críticas. Y el póker se concentra especialmente en los neumáticos. Algunos optan por spikes, otros prefieren neumáticos de mezclas especiales. Se supone que los neumáticos Super Low Section de perfil asimétrico ofrecen una capacidad óptima de tracción. Otros prefieren neumáticos semiradiales. Además, por primera vez aparecen los neumáticos de competición de perfil bajo de Dunlop.
Antes de empezar la noche de los cuchillos largos, Goliat lleva 65 segundos de ventaja frente a David. Pero el voluminoso motor resulta tener desventajas, ya que en el rallye Monte Carlo hay que conducir más rápido cuanto mayor es la cilindrada del motor para evitar puntos de penalización. Bo Ljungfeldt hace malabares al subir por las serpentinas hasta llegar a la altura de 1.607 metros del Col de Turini, pero el peso y tamaño de su coche y, además, la tracción trasera, resultan ser una gran desventaja en la pista cubierta por una gran capa de nieve. Los pequeños Mini Cooper compensan holgadamente la falta de potencia con su gran agilidad en las curvas y con la tracción delantera.
Al llegar a la meta, Ljungfeldt apenas le lleva 17 segundos a Hopkirk. Según la fórmula del handicap, el irlandés al mando del Mini Cooper lidera la carrera con 2.152,1 puntos de penalización. El segundo lugar lo ocupa Carlsson al mando de un Saab con 2.183,2 puntos. También Mákinen pudo mejorar un puesto con 2.216 puntos, ocupando el tercer lugar delante de Ljungfeldt por la mínima diferencia de dos décimas de punto.
30 puntos para la victoria: Paddy Hopkirk gana el rallye Monte Carlo. El circuito urbano de Grandes Premios de Mónaco es la última esperanza que tiene el piloto del Ford Falcon. Es la décima vez que se utiliza este circuito en el rallye Monte Carlo. Pero sus oportunidades se quedan en la teoría. Bo Ljundfeldt exprime despiadadamente a su Falcon al máximo; sólo Schlesser es capaz de seguirlo. Pero también Paddy Hopkirk no le da tregua a su Mini Cooper. Sólo es 30 segundos más lento que Ljungfeldt y se asegura así el primer puesto en la general del rallye Monte Carlo de 1964. Al final, en lo alto del podio se encuentra Paddy Hopkirk con 2.536,2 puntos, mientras que Bo Ljungfeldt y Carlsson ocupan el segundo y tercer lugar con 2.566,7 y 2.573,7 puntos respectivamente. Y para completar el triunfo del Mini Cooper, Mákinen ocupa el cuarto lugar con 2.593,8 puntos, mientras que Rauno Aaltonen llega a la meta ocupando el séptimo puesto con 2.619,5 puntos.
Mini Cooper: vencedor del Rallye de Montecarlo 1964
Fue la primera vez que Paddy Hopkirk y sus dos colegas escandinavos formaron un equipo que fue calificado de trébol. Al término de este rallye, todos sabían quiénes son los tres mosqueteros del automovilismo.
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